La evolución de la esquizofrenia está
condicionada por distintos factores, de los cuales destaca el entorno
socio-laboral y familiar y la continuidad del tratamiento instaurado, tanto
farmacológico como psicoterapéutico.
La esquizofrenia es una enfermedad de
tratamiento extremadamente complejo debido a la conjunción de distintos
factores que tienen gran influencia sobre su evolución, como son la propia complejidad
y severidad del trastorno psicótico, y los componentes biológicos, ambientales
y psicosociales.
Existen dos grupos de tratamientos
antipsicóticos para la esquizofrenia:
Antipsicóticos
clásicos
Destacan la clorpromazina (1952) y el
haloperidol (1958). A pesar de haber supuesto una importante revolución a nivel
terapéutico al permitir el tratamiento de los pacientes diagnosticados de
esquizofrenia a nivel ambulatorio y no a nivel hospitalario (se pasa del
internamiento al tratamiento del paciente en su casa, rodeado de su entorno
familiar), su eficacia era parcial, y un 20-40% de los pacientes no muestran
una adecuada respuesta al tratamiento. Además, incluso en aquellos pacientes
que responden a la medicación, esta presenta una baja efectividad, casi nula,
sobre la sintomatología negativa. Por otra parte, el 35% de los pacientes
tratados con estos fármacos recaen cada año, pese a no abandonar la medicación.
Este grupo de antipsicóticos presenta una tasa de reacciones adversas alta, de
gravedad muy variable, que obliga, en un porcentaje bastante alto de los
pacientes, al abandono de la medicación y su sustitución por otros
medicamentos. Estas son:
·
Parkinsonismo: rigidez de los
miembros y el tronco, andar característico, temblor, etc. Aparece muy
frecuentemente, desapareciendo progresivamente una vez suspendida la
medicación.
·
Distonía aguda: espasmos faciales y
en la espalda. Suelen aparecer de forma rápida en niños y adolescentes, y
desaparecer rápidamente una vez suspendido el tratamiento.
·
Acatisia: agitación motora sin
componente psicológico. Tienen una incidencia alta, aunque desaparece al
suspender la medicación.
·
Discinesia tardía: se manifiesta en
ancianos con distonía del tronco y movimientos faciales de mascado y chupado.
No desaparece al suspender la medicación.
·
Síndrome de conejo: movimiento rápido de
los labios hacia delante y detrás. Baja incidencia, aparición lenta, y
desaparición progresiva al suspender el tratamiento.
Antipsicóticos
atípicos
Tienen mejor perfil de actividad
(sintomatología negativa) y menor tasa de efectos secundarios. Además, son
efectivos en pacientes refractarios (resistentes) a los antipsicóticos
clásicos. Son medicamentos como clozapina, olanzapina, risperidona, quetiapina
y ziprasidona. Actúan bloqueando a la vez receptores neuronales dopaminérgicos
y serotoninérgicos. Las reacciones adversas principales de este grupo de
antipsicóticos son la sedación y el aumento de peso. En menor medida también se
ha apreciado la aparición de hipotensión ortostática (bajada de la tensión al
incorporarse del estado tumbado a la verticalidad). Pertenecen a este grupo de
antipsicóticos las fenotiazinas, butirofenonas, tioxantenos y ortropamidas.
Los antipsicóticos con actividad
sedante intensa, principalmente las fenotiazinas, son empleadas en fases agudas
de agitación del paciente.
Tratamiento
psicológico de la esquizofrenia
No obstante, para tratar la
esquizofrenia, el tratamiento psicológico es tan importante como el empleo de
fármacos. En este tratamiento se trabaja tanto a nivel individual, como en el
ámbito familiar, incidiendo sobre aquellas facetas del paciente que se encuentren
deprimidas o más afectadas. Estos tratamientos se dividen en función de la fase
en la que se encuentre el paciente (aguda o estable), y se suelen focalizar
principalmente en los siguientes aspectos (terapia psicológica integrada):
·
Diferenciación cognitiva: se
trabajan habilidades de atención y formación de conceptos verbales.
·
Percepción social: el
paciente describe e interpreta el estímulo social y discute el sentido de la
interacción.
·
Comunicación
verbal: se
adquieren habilidades de conversación.
·
Habilidades
sociales.
·
Solución de
problemas interpersonales
y su aplicación a la vida diaria.
·
Trabajo de
situaciones psicóticas, delirio-paranoicas,
conductuales y terapias de cumplimiento: se entrena al paciente en la gestión y
manejo de los síntomas positivos y en la prevención de recaídas.